Las murallas de Cartagena, majestuosas y antiguas, son abrazos de piedra que envuelven la ciudad. Construidas en el pasado, estas formidables estructuras cuentan relatos de resistencia y protección, marcando hitos en la historia de Cartagena.
En el siglo XVI, estas imponentes paredes se erigieron con un propósito claro: ser el escudo protector de Cartagena ante posibles ataques de piratas y conquistadores. Su construcción se convirtió en un testimonio de determinación y valentía.
En el presente, las murallas son como testigos silenciosos de la evolución de Cartagena. Al caminar junto a ellas, nos sumergimos en la historia viva de la ciudad, donde cada piedra parece susurrar relatos del pasado, creando un puente entre entonces y ahora.
Desde las alturas de las murallas, se despliegan panorámicas impresionantes del mar Caribe y de la ciudad intramuros. Los cañones, aún presentes en sus esquinas, evocan el eco distante de tiempos pasados, recordándonos la función defensiva que una vez desempeñaron.
Aunque Cartagena ha florecido y evolucionado, las murallas persisten como una conexión tangible con el ayer. Estas estructuras de piedra son más que simples defensores; son un legado que resiste con dignidad el paso inmutable del tiempo.
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